jueves, 29 de enero de 2015

Aventura en Ometepe

El día 2 pusimos rumbo a Ometepe, y como no podía ser de otra manera, la ruta era la típica gymkana nica de transportes:

- Bus El Coco - Rivas ( que teniendo toda la mañana libre, cogimos por los pelos, viviendo al límite xD)
- Taxi de la estación de Rivas al puerto, con 3 paradas en cajeros hasta que por fin conseguí sacar dinero
- Barco hasta Ometepe, con el consecuente mareo :S
- Bus desde muelle de Moyogalpa a la Hacienda Mérida

Sin duda el último fue el peor, cuando crees que una vez en la isla, llegarás al hotel en unos 20 minutos como máximo y tardas 2 horas y media...repunantiña no, lo siguiente. De hecho de lo lleno que iba el autobús, fuimos los últimos en bajarnos, entre que ya era de noche, no se veía nada y sólo estábamos nosotros...parecía que íbamos al fin del mundo. ¡En total 7 maravillosas horas! 

Nos sorprendió mucho la Hacienda Mérida http://www.hmerida.com/ , la habitación cuesta 25 $ ( 3 veces menos que El Coco) y entre el baño interior, el dosel anti mosquitos, etc., nos pareció una suite de luna de miel! Hasta tenía la toalla colocada en forma de cisne y pétalos de rosa sobre la cama, todo muy moderno jejeje 

El ambiente muy agradable, con gente de todo tipo y todas las edades, que se junta en las mesas para la maravillosa cena buffet. Tuvimos que desempolvar nuestro inglés, madre mía, menos mal que la genética me hizo expresiva con la cara y las manos porque si no... Ríete tú de las frases de Superbritánico :D

A la mañana siguiente por fin pudimos ver un poco la finca, el entorno es super bonito y tranquilo, conexión con la naturaleza total! Aunque me doy cuenta de que apenas saqué fotos para que os hicierais una idea, pero eso es señal de que estaba muy relajada y disfrutando ;)




Después de desayunar decidimos hacer la ruta de la Cascada de San Ramón, un paso intermedio a la del volcán, ya que después de la paliza del día anterior no estábamos tan motivados (en realidad mi frase textual fue que no tenía la cona para ruidos jajaja)

Salimos sobre las 8, son unos 3km hasta la zona de subida. Un tramo donde puedes disfrutar del paisaje y ver el día a día de la gente en la isla. Luego empieza la diversión cuesta arriba xD El camino es asumible, pero el último kilómetro se hace eterno, sobre todo por la humedad, que acabas como si te hubieran tirado un caldero de agua encima. 

La cascada impresiona mucho por su altura, aunque Yago dice que ninguna supera a las de Thailandia <3 Lo único malo es que en cuanto paras, empiezas a notar el frío. Además coincidimos con una excursión adolescente y allí había más ambiente que en Bora Bora Ibiza xD Además, empecé a ver a unas chicas sacando de la mochila: pepinos, zanahorias, calabacín, pimientos...y al principio me dio la risa floja en plan "que frikis", pero cuando vi la pedazo ensalada que se acaban de preparar se me cayó un ojo!











De vuelta, un buen homenaje gastronómico y siesta de las que te devuelven a la vida. Pero para acabar de aprovechar el día, alquilamos kayaks en la Hacienda y fuimos hasta Monkey island para ver la puesta de sol desde el mar. Las isletas están muy cerca, pero cuando pasas entre ellas se nota el oleaje, y l. verdad es que con la cámara de fotos encima íbamos un poco cagados, aunque yo como piragüista experta mantenía la calma :P

                           










Y a las 19.30 ya estábamos como un clavo en la cola para la cena buffet. La comida estaba muy buena, productos naturales y alternativa vegetariana, ¡muy recomendable!. 

Para el día siguiente nos planteamos alquilar un quad. La verdad es que lo más complicado de visitar Ometepe es el transporte. Al ser una isla tan grande (276 km2), si vas con el tiempo justo es complicado moverte, ya que solo hay un autobús al día que sale a las 8 am y vuelve a las 16.30, así que dependes totalmente de él. De hecho, nos contaban unas chicas que conocimos en la Hacienda, que ellas habían decidido hospedarse la mitad del tiempo en una zona de la isla, y la otra mitad en el otro extremo para así poder moverse con más facilidad.

Los quads son la alternativa más cara, pero vista nuestra inexperiencia total con las motos y los caminos de la isla, fue sin duda la mejor inversión que pudimos hacer. Para mi el mejor día en la Ometepe!

Al principio lo cogió Yago porque era el que llevaba el carné encima, pero no tardé ni 5 minutos en pedirle que me cambiara. Aquello era el sueño de cualquier toura, era como tener mi propio tanque,¡¡¡que felicidad!!!! :)





Primero fuimos a Ojo de Agua, una laguna de agua natural, habilitada para que la gente de la isla y los turistas puedan ir a pasar el día allí de picnic.La verdad es que el sitio es increíble. El agua cristalina, entre la vegetación tropical y con comodidades para relajarse y disfrutar 100%. Además aunque el domingo es el día que está más llena, a primera hora el ambiente era super tranquilo y l. disfrutamos un montón.Y más sabiendo que nos esperaba nuestro quad en el parking para movernos cuando quisiéramos :P













Como al día siguiente teníamos que coger el ferry en Altagracia, pensamos en ir hasta el puerto para preguntar. Claro, yo me había imaginado un puerto con vidilla, no digo Marbella, pero tampoco aquella reja sin más, al final de un camino pedregoso que puso a prueba nuestro pequeño 4x4. Solo había un guardia de seguridad y nos comentó la posibilidad de alquilar la única habitación del ferry, que aunque bastante cara, era como para pensárselo sabiendo que nos esperaban más de 12 horas de trayecto. Esta vez en lugar de Leo, prefería ser Kate en el Titanic ;)

Paramos a comer por el camino, en el que se conviritó en el sitio favorito de Yago. La verdad es que la comida estaba ríquisima, el servicio fue super rápido y el lugar tenía mucho encanto. No podían faltar los tostones con queso frito, ¡que perdición!








En el camino de vuelta, nos adelantó una scotter, y claro, la típica gracieta que dices por lo bajani: ¡eeeh cabrones! 30 segundos después, la moto derrapaba delante nuestra y la pareja de guiris se iba al suelo. Nosotros nos quedamos pálidos :O

Paramos y los chicos estaban bien, lo típico: rascazos, ropa rota, y alguna herida un poco más profunda. Lo peor fue que la chica con el susto empezó a marearse hasta casi caerse redonda. La gente se acercó enseguida, trajeron agua para limpiarle las heridas, y no me preguntéis como, en menos de 5 minutos, el dueño de las motos de alquiler también estaba allí. Esa era la peor parte, porque la moto no arrancaba y además tenía un buen golpe. Nada que no fuesen a arreglar unos dólares, y estoy segura de que con el tiempo, los dos se reirían de la historia. Yo no pude sentirme más contenta de habernos pasado a las 4 ruedas, porque vamos, con lo trencos que somos, hubiéramos tardado menos en caernos que un niño sin ruedines ^_^ 

Después de devolver el Quad nos acercamos a Playa Santo Domingo. Había un chiringuito con unas vistas espectaculares, y aquel café helado y tarta de chocolate me supieron a gloria. El paisaje, aunque no se aprecie en las fotos, es espectacular, con el contraste de la playa y el volcán al fondo. Al final del día, ya habíamos tenido nuestro flechazo con la isla, y es que a veces, hay lugares que no son amor a primera vista, pero de los que después acabas enamorándote <3



                            





Para el último día intentamos organizar una ruta a caballo, pero con tan poca antelación, y siendo Yago un novato- porque yo, aquí donde me veis, rodé las escenas de riesgo de Pasión de Gavilanes- no encontramos guías disponibles. Otra vez será ;)

Así que al final, aprovechamos para entrenar un rato, desayunar con calma y darnos un chapuzón antes de la que sería la peor odisea de todo el viaje: el trayecto en ferry de Ometepe a Río san Juan. ¡Nunca máis!


Pero este es ya otro capítulo de la historia. ¡No cambien de canal! ;)


Un abrazo, cargado de buenos recuerdos.




domingo, 18 de enero de 2015

Enero en la playa...

¡Hola corazones!

Nos reencontramos en 2015 :) Hora de ponernos al día después de unas Navidades muy especiales. Espero que todos las hayáis disfrutado y que el nuevo año venga cargado de cosas buenas.
La verdad es que se me ha acumulado el trabajo, así que voy a hacer una serie de post sobre el viaje que hicimos estas vacaciones, como una entrega por fascìculos jeje


Pero antes de nada, os resumo un poco los días previos:

Nochebuena

A pesar de que algunos compañeros de trabajo me invitaron amablemente a pasarla en sus casas, al ser una fecha tan señalada y en la que sabía que iba a estar especialmente sensible, pensaba que sería un poco raro pasarla con una familia que no fuera la mía...

Así que al final, Bintou y yo nos pusimos de acuerdo para un plan tranquilo cocinando juntas en casa. Y como llevaba mucho tiempo con el antojo de croquetas, fue la ocasión perfecta! :D


Por la tarde, y esta vez gracias a la diferencia horaria, pude hablar con toda la gente a la que echo de menos, y aunque se vive con cierta morriña, me gusta que con la excusa de estas fechas aprovechamos para decirnos lo que nos queremos y darnos cuenta de lo realmente importante en la vida.


Ya por la noche, cenamos, vimos Love Actually -no es Navidad si no la ves al menos una vez-, disfrutamos de los fuegos artificiales y hasta me entrevistaron para Radio Galega. Sin duda una noche que recordaré siempre con muchísimo cariño <3


Reencuentros

Desde el día al 26 al 28 creo que los días pasaron más lentos. No hice nada especial, salvo preparar el gran viaje y esperar :)

Aunque con algún susto de última hora, con retrasos, cambios de itinerario, etc. por fin llegaba la visita más especial. Sí sí...¡Papa Noel! jejeje Aunque no se le parezca, de verdad que cuando abrió aquella maleta, lo era. Ni el peto de Doraemon dio tanto de si...

Y aquí solo veis parte del ajuar pero faltaban todas las sábanas, toallas, cosméticos, etc. etc. etc. Sí, claro que se pueden encontrar todas esas cosas aquí, pero que queréis, una que es cateta y tiene una madre que vale un potosí <3 Además llegaron detalles inesperados que me hicieron muchísima ilusión! No se puede pedir nada más, felicidad en estado puro.


El gran viaje, primera parada: Playa El Coco.

Para llegar hasta allí no podía faltar el típico desplazamiento nicaragüense: 3 autobuses distintos, carreras de uno a otro, largas horas de pie en pleno overbooking, calor, carreteras infernales...vamos una fiesta xD Lo malo de esto es que cuando llegas a destino estás casi de mal humor. A mi se pasó por completo en cuanto pisé la playa.

Los dos queríamos pasar unos primeros días tranquilos, y Yago después de un duro invierno, aprovechar al máximo el sol y calor aquí.

Me habían recomendado el sitio algunos compañeros de trabajo, y a pesar de que el único alojamiento con el que cuenta la playa está bastante por encima de nuestro presupuesto habitual, era una ocasión especial y no lo dudamos.

Playa el Coco, junto a La flor, es uno de los lugares donde puede disfrutarse de la espectacular arribada de tortugas marinas. Como muchos sabéis, junto con los elefantes, tengo cierta obsesión por ellas y siempre había querido verlas en libertad, así que era la oportunidad perfecta para ir en su bùsqueda.

La primera impresión del lugar fue increíble, seguramente por aquello de que con las prisas y la ilusión del viaje conjunto, no tenía mayores expectativas y me sorprendió para bien. No me imaginaba una playa tan grande, y que a pesar de contar con las instalaciones hoteleras, resultara tan salvaje y tranquila.



Nuestra habitación, era el sótano de uno de los apartamentos, èramos un poco como Di Caprio en el Titanic, segunda clase jeje Dos camas, mesilla y ventilador, tampoco necesitábamos más. Dejamos las cosas y nos fuimos a explorar.

Recorrimos la playa y cruzamos las rocas hacia el este. Allí una pequeña calita desierta. Imaginaos cuan "hierbas" me pude poner :)






Sólo había un restaurante, pero por suerte, aunque algo caro, la carta era muy variada. Yo me puse como el quico con la comida italiana. ¡Todavía sueño con aquellos ñoquis!

Y la verdad es que el resto de los días transcurrieron muy parecidos: paseos, algo de deporte, comida, piscina, más paseos...y lo mejor TORTUGAS <3



Habíamos preguntado en la recepción si esos días estaban llegando a la playa, pero sabíamos que la arribada había sido la semana anterior coincidiendo con la luna y ver tortugas adultas serìa muy complicado. Aunque nos dijeron que, con suerte, esos días harían un suelta de crías. ¡Yo me puse hasta nerviosa!

Al día siguiente, 31 de Diciembre, Yago me dijo que había visto gente dentro de un pequeño criadero que había al lado de la habitación. La verdad es que el primer día ni lo habíamos visto y no sabíamos muy bien que hacían allí. Eran todavía las 6 de la mañana, y así en pijama, nos acercamos. En el suelo una especie de escurridores dados la vuelta con unas etiquetas que marcaban dos fechas, y una mujer excavando bajo uno, con una tina al lado. Cuando me acerqué me hicieron los ojos chiribitas. Estaba desenterrando los huevos y sacando a las tortuguitas que ya habían roto el cascarón. La situación era un poco ridícula, porque yo me emocioné como una niña pequeña, pero claro, aquella mujer está tan acostumbrada a esos huevos como yo a los de las gallinas, así que me miraba un poco atónita xD Me explicó como trabajaban: compraban los huevos a la gente que los roba en la playa, para así poder asegurar salvar algunos (seguramente los expertos en conservación dirían que ésta no es la mejor estrategia). Los enterraban en el criadero y una semana después se desenterraban cuando las tortugas ya habían salido. Ese mismo día se pondrían en libertad al atardecer. Es algo precioso y a la vez un poco triste cuando piensas que de cada 100 pueden sobrevivir unas 10...y que por la recolección y destrucción de nidos, la población ha disminuido mucho :(  
No deja de parecerme uno de esos pequeños milagros de la naturaleza, que hagan un viaje a veces tan largo para regresar a la playa que las vio nacer a dejar sus huevos...

Bueno os podéis imaginar que ese día hice 91862391876598745 millones de fotos (no nos pudimos resistir a tocarlas) y pensé que no podía haber una forma más bonita de acabar el año, además era uno de mis sueños y por suerte  se cumplió con creces. 









Con las endorfinas por las nubes, pasamos el resto del día, y por la tarde fuimos a la suelta. Todo el mundo se acerca a verla. Se forma un pequeño pasillo y las crías recorren el camino en busca del mar. La magia de la escena se rompió cuando a un grupo de chicos que estaban jugando al fútbol, se les escapó el balón y rodó entre las tortugitas. De entre el grupo de italianos, una cincuentona soltó un grito de "PORCA MISERIAAAAA" que los puso firmes a todos jajaja





Por la noche, cambiamos nuestro plan orginal de participar en la cena "de gala" del restaurante y encargamos unas hamburguesas para tomar en el rancho al lado de la habitación. No sin antes, a las 12.00 hora española, hacer nuestro ritual simbólico de las uvas -que nos fue imposible conseguir- tirando doce piedrecitas al mar y con cada una pidiendo un  deseo :) Y como aquí se cena tan temprano nos dio tiempo a dormir una siesta hasta que a media noche, la playa se iluminó con los fuegos artificiales.  La verdad es que hace tiempo que las noches de Fin de año me perdieron el encanto de antaño (el vestido, la peluquería, las fiestas de barra libre...) y cada vez es una fecha que me gusta más para pasar fuera de casa, aunque siempre te acuerdes de los tuyos, también es bonito echar de menos y vivirla de forma diferente.







El dìa 1 nos fuimos de excursiòn por las rocas, a ver que encontràbamos al otro lado. Estas cosas de intrèpidos en las que siempre me imagino a mi madre dicièndome: ¡Marìa de los Àngeles, ni se te ocurra meterte por ahì! jajaja

Después de casi dos horas de ruta a lo Robinsones, llegamos a una playa virgen y un alojamiento de lo más escondido. Apenas tengo fotos porque me quedé sin batería y solo saquè algunas con el móvil :(






Para la vuelta, yo ya no tenìa ganas de aventuras xD y pensamos que serìa mejor salir hasta la "carretera". De camino encontramos una granja y nos acercamos para ver los caballos. La sorpresa fue encontrarnos con la mona Panchita, "bien brava", como decìa su cuidador, y experta en atacar a turistas desprevenidas. Cuando la vi encararse al perro, ponièndose totalmente de pie, echàndole las manos mientras le enseñaba los dientes, me cagué viva! Vaya vaya con la monita...

Por suerte, y cuando ya iba repunantiña perdida, nos recogieron y nos acercaron hasta el hotel en un "ride". ¡Benditas rancheras!





Y asì, entre olas, paseos, largas charlas, puestas de sol y mucho amor...acabaron nuestros dìas en el paraìso de playa El Coco, la mejor forma de comenzar un año nuevo.

The best is yet to come <3



 Continuará... ;)